Tú Eres el Territorio Donde el Cielo Aterriza

Por mucho tiempo, cuando escuchaba la palabra "santificación," mi mente iba automáticamente a una lista de cosas que no debo hacer. No mientas. No robes. No te enojes.

Esa versión de la santificación me agotaba. Se sentía como un esfuerzo constante por mantener una fachada — tratando de cambiar desde afuera hacia adentro, y fallando una y otra vez.

Pero mientras preparaba el mensaje de este domingo, el Espíritu Santo me confrontó con algo que lo cambió todo.

Por años seguí a Jesús como si el objetivo primordial fuera llegar al cielo. Evangelizábamos para que la gente "asegurara su lugar." Y no me malinterpreten — el cielo es real y la salvación es un regalo.

Pero el Espíritu Santo me mostró algo: el objetivo primordial del Evangelio no es llevar gente al cielo. Es traer el cielo a la gente.

Piénsalo. Jesús nos enseñó a orar: "Venga tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo." No dijo: "Sácanos de aquí lo más rápido posible." Dijo: "Que lo de arriba baje."

Y esto cambia todo cuando hablamos de santificación.

Si el objetivo es solo llevar gente al cielo, lo único que necesitamos son creyentes — personas con su boleto asegurado. La santificación posicional es suficiente. Misión cumplida.

Pero si el objetivo es traer el cielo a Mayagüez — si queremos que el Reino de Dios se manifieste en hogares, trabajos, escuelas y calles — entonces necesitamos algo más que creyentes.

Necesitamos aprendices de Jesús. Discípulos comprometidos con la santificación progresiva. Personas que no solo tienen el cielo asegurado para después, sino que están trayendo el cielo aquí y ahora.

Cada vez que tu mente es renovada, el cielo avanza.
Cada vez que un patrón de pecado es vencido, el cielo avanza.
Cada vez que el fruto del Espíritu se manifiesta en ti, el cielo avanza.

Tú eres el territorio donde el cielo está aterrizando.

No en algún lugar lejano. No cuando mueras. Aquí. Ahora. En ti.

Y cuando muchos de nosotros nos comprometemos con ese proceso de transformación, ciudades enteras comienzan a parecerse más al cielo. No porque cambiamos leyes o ganamos elecciones — sino porque personas transformadas transforman ciudades.

En el mensaje exploré cuatro dimensiones de la santificación:

El Proceso — Ya eres santo posicionalmente (eso ocurrió cuando pusiste tu fe en Cristo). Ahora estás siendo transformado progresivamente. El milagro es que ambas cosas son obra de Dios.

El Poder — No peleas solo. El Espíritu Santo pelea contigo y en ti. La santificación no comienza con esfuerzo — comienza con rendición.

El Propósito — Dios te santifica para reflejar su gloria, prepararte para tu llamado, y aumentar tu gozo. Los límites del Evangelio no son paredes de prisión — son barandas en un precipicio.

La Práctica — Cuatro herramientas: identifica las mentiras, reemplázalas con verdad, practica desde tu nueva identidad, y persiste en el proceso.

Hay un versículo que quiero que te lleves como declaración:

"Los justos podrán tropezarse siete veces, pero volverán a levantarse." — Proverbios 24:16

La marca del justo no es que nunca cae. Es que siempre se levanta.

No tienes que fabricar tu santidad. Solo tienes que cooperar con quien ya la está produciendo en ti.

El milagro de la santificación es que Dios cambia tu manera de pensar, y al cambiar tu mente, transforma toda tu vida.

En Mayagüez como en el cielo.

-Pastor Eliud