Victoria en la Adversidad: Encontrando Paz en Medio de la Tormenta

Mensaje por: Miguel X. Vargas

"Les he dicho todo lo anterior para que en mí tengan paz. Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristeza, pero anímense porque yo he vencido al mundo." - Juan 16:33 (NTV)

La promesa que menos mencionamos

Hay una promesa de Jesús que rara vez destacamos en nuestros sermones dominicales o en nuestras devocionales diarias: "En este mundo tendrán muchas pruebas y tristeza". No es exactamente el tipo de versículo que encontramos enmarcado en nuestras paredes o compartido en tarjetas de felicitación, ¿verdad?

Sin embargo, esta es una de las promesas más honestas que Jesús nos dio. No nos prometió una vida sin dificultades. No nos dijo "quizás" o "tal vez" enfrentarán pruebas. Nos aseguró que las dificultades vendrían. La pregunta nunca ha sido si enfrentaremos adversidades, sino cómo las enfrentaremos.

Llamados a ser fructíferos, no exitosos

Jesús no nos está llamando a ser exitosos según los estándares del mundo, sino a ser fructíferos. La imagen de la vid y los pámpanos que Jesús usa en Juan 15 nos muestra un importante ciclo de vida – con temporadas de poda, de lloro, de desborre, y finalmente, de fruto.

Al igual que la vid, nosotros pasamos por diferentes temporadas: días de gozo y semanas en el valle de sombra de muerte. Momentos de alegría familiar y periodos donde ni siquiera queremos estar en la misma habitación con nuestros seres queridos.

La pregunta fundamental es: ¿Cómo podemos seguir siendo fructíferos en cada etapa de nuestra vida, especialmente en las difíciles?

Mis propias tormentas

Hace un tiempo atravesé por lo que solo puedo describir como una tormenta perfecta en mi vida. Por un lado, enfrentaba situaciones complicadas en el trabajo que me generaban ansiedad. Por otro lado, en casa estaba adaptándome a cambios familiares significativos.

Recuerdo haber llegado al punto donde no quería ir a trabajar, pero tampoco quería estar en casa. Me encontraba irritable, distante y desconectado de mi familia. Todo me molestaba. Cada pequeña cosa provocaba una reacción desproporcionada.
Después de meses así, finalmente tuve la valentía de hablar con sinceridad y buscar ayuda. En ese proceso, un consejero cristiano me hizo una pregunta que nunca olvidaré: "¿Has estado orando para que Dios te transforme y forme a Cristo en ti?"
Con lágrimas en los ojos, respondí que llevaba más de un año orando exactamente por eso.

Su respuesta me cambió la perspectiva: "Pues Dios te está visitando, y cuando Él visita, su intención es moldear nuestro carácter. Dios te está haciendo pasar por la prueba para formar a Cristo en ti."

Los diferentes tipos de pruebas

En nuestro caminar con Cristo, enfrentamos diversos tipos de pruebas:

Pruebas de fe: Como Pedro cuando caminó sobre el agua (Mateo 14:28-31), a veces Dios nos llama a dar pasos de fe. Pero cuando quitamos nuestra mirada de Jesús y nos enfocamos en las olas—en los problemas, en las dudas, en el miedo—comenzamos a hundirnos.

Pruebas de sufrimiento: Al igual que Job, quien perdió todo pero se mantuvo fiel a Dios, o como Pablo con su "aguijón en la carne", a veces oramos para que Dios quite nuestras dificultades, pero Él responde: "Bástate mi gracia".

Pruebas de persecución: Segunda de Timoteo 3:12 nos advierte que "todos los que quieren llevar una vida piadosa en Cristo Jesús sufrirán persecución". Seguir a Cristo con fidelidad inevitablemente traerá oposición.

Pruebas de tentación: Como Jesús en el desierto, enfrentamos momentos donde nuestra fidelidad es probada. La buena noticia es que contamos con la Palabra de Dios como nuestra defensa.

Pruebas de espera: Para mí, estas son las más difíciles. Vivimos en una cultura del "ahora", donde esperamos resultados inmediatos. Pero Dios nos llama a confiar en Sus tiempos, recordándonos que "los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas" (Isaías 40:31).

La adversidad tiene propósito

Si hay algo que he aprendido en mi caminar con Cristo es que toda prueba tiene un propósito. La adversidad nunca es accidental en la vida del creyente.
Dios utiliza las dificultades para fortalecernos, purificarnos y acercarnos más a Él. Como alguien me dijo una vez, "Dios está más interesado en tu carácter que en tu comodidad".

La diferencia entre nosotros como seguidores de Jesús y el resto del mundo no es que estemos exentos de problemas—todos enfrentamos dificultades. La diferencia radica en nuestra esperanza y en nuestra perspectiva:

El mundo ve problemas. Nosotros vemos oportunidades.

Oportunidades para crecer, para aprender y para acercarnos más a Dios. Como alguien sabiamente dijo sobre la práctica del silencio espiritual: "Cada vez que mi mente se desvía de Cristo, es una nueva oportunidad para regresar a Él". De la misma manera, cada prueba es una nueva oportunidad para acercarnos más a Cristo.

La victoria ya está asegurada

La parte más reconfortante de Juan 16:33 es el final: "pero anímense porque yo he vencido al mundo". Esta es la promesa que cambia todo.

Cuando Jesús dice que ha vencido al mundo, se refiere a su victoria sobre el pecado, la muerte y las fuerzas del mal. Su sacrificio en la cruz y su resurrección derrotaron al enemigo de una vez por todas—y esa victoria ahora es nuestra.

La buena noticia es que no estamos luchando por la victoria—estamos luchando desde la victoria que Cristo ya ganó. No importa cuán grande sea la adversidad que enfrentamos, la victoria final ya está asegurada en Cristo.

Como Pablo escribió desde su prisión, "lo que me ha sucedido ha servido para el progreso del evangelio" (Filipenses 1:12). Incluso en las circunstancias más difíciles, Dios puede obrar de maneras sorprendentes si le permitimos.

Tres maneras de avanzar en medio de la adversidad

¿Cómo podemos entonces vivir victoriosamente en medio de las pruebas? Permíteme compartir tres principios prácticos:

1. Cambia tu perspectiva
Empieza a ver la adversidad no como un problema sino como una oportunidad para crecer en fe. Pregúntate: "¿Qué quiere enseñarme Dios a través de esta situación?" En lugar de preguntar "¿Por qué me pasa esto?", pregunta "¿Para qué me está preparando Dios?"

2. Aférrate a las promesas de Dios
Cristo no solo está presente en nuestras luchas—está en la barca con nosotros. En momentos de dificultad, recuerda y declara las promesas de Dios. Él ha prometido nunca dejarnos ni abandonarnos. Ha prometido darnos una paz que sobrepasa todo entendimiento.

3. Usa las pruebas para testificar
Tus luchas, cuando son enfrentadas con fe, pueden convertirse en un poderoso testimonio del amor y poder de Cristo. Como Pablo en prisión, nuestras circunstancias difíciles pueden servir para el avance del evangelio cuando permitimos que Dios obre a través de ellas.

La victoria está en Cristo

Al final, la victoria en medio de la adversidad no depende de nuestra fuerza, sino de nuestra disposición a rendirnos completamente a Dios y permitir que Él obre a través de nosotros.

Cristo es nuestra victoria y en Él siempre encontraremos paz—no porque las circunstancias cambien, sino porque Él está con nosotros en cada paso del camino.

Como nos recuerda Isaías 40:31, aquellos que esperan y confían en el Señor renovarán sus fuerzas. Quizás estés atravesando por ráfagas de viento huracanado en tu vida en este momento. La invitación de Dios es clara: aprendamos a esperar y confiar en Él, y a su debido tiempo, nuestras fuerzas serán renovadas.
"El Señor te guardará de todo mal; Él guardará tu alma. El Señor guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre." — Salmo 121:7-8

Eliud Morales