Levantando Nuestro Estandarte en un Mundo Distraído

Mensaje por: Edgar I. Castro
En una reciente mañana de domingo, nuestra congregación tuvo el privilegio de escuchar un mensaje predicado por Edgar I. Castro, el cual fue profundamente conmovedor sobre lo que significa verdaderamente proclamar a Cristo como nuestro Rey. El mensaje titulado "Levanta Tu Estandarte" nos llevó a reflexionar sobre una figura poco conocida pero vital en las antiguas batallas: el portaestandarte.
¿Somos los portaestandartes de Criso?
Como seguidores de Cristo, somos llamados a ser Sus portaestandartes en el mundo. La pregunta que debemos hacernos no es simplemente "¿Es Cristo mi Rey?" sino "¿Estoy levantando Su estandarte de manera visible y clara en mi vida diaria?"
Cuando meditamos en la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, recordada durante el Domingo de Ramos, vemos cómo la multitud proclamaba "¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!" Sin embargo, esos mismos que lo aclamaron como rey pronto pedirían su crucifixión.
Es fácil caer en el mismo patrón: proclamar a Cristo como nuestro Rey el domingo, pero durante la semana, ¿levantamos realmente Su estandarte?
Cuando meditamos en la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, recordada durante el Domingo de Ramos, vemos cómo la multitud proclamaba "¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!" Sin embargo, esos mismos que lo aclamaron como rey pronto pedirían su crucifixión.
Es fácil caer en el mismo patrón: proclamar a Cristo como nuestro Rey el domingo, pero durante la semana, ¿levantamos realmente Su estandarte?
Las múltiples banderas que nos distraen
En nuestro mundo moderno, cargamos muchas "banderas": nuestra profesión, nuestros pasatiempos, nuestras posesiones, nuestras opiniones políticas, nuestras preferencias de entretenimiento. Cada una de estas puede convertirse en una identidad que competimos con nuestra identidad en Cristo.
Como se mencionó en el mensaje: "No podemos servir a dos señores." Un portaestandarte con múltiples banderas no sería efectivo - los soldados no sabrían a quién están siguiendo. De igual manera, cuando diluimos nuestra identidad cristiana entre múltiples identidades, el testimonio que damos se vuelve confuso e ineficaz.
Reflexiona por un momento: ¿Qué bandera levantas con más entusiasmo? ¿Por qué causa te emocionas más? ¿Es tu pasión por Cristo tan evidente como tu pasión por tu equipo deportivo favorito, tu serie preferida, o tu carrera profesional?
Como se mencionó en el mensaje: "No podemos servir a dos señores." Un portaestandarte con múltiples banderas no sería efectivo - los soldados no sabrían a quién están siguiendo. De igual manera, cuando diluimos nuestra identidad cristiana entre múltiples identidades, el testimonio que damos se vuelve confuso e ineficaz.
Reflexiona por un momento: ¿Qué bandera levantas con más entusiasmo? ¿Por qué causa te emocionas más? ¿Es tu pasión por Cristo tan evidente como tu pasión por tu equipo deportivo favorito, tu serie preferida, o tu carrera profesional?
El peligro de bajar nuestro estandarte
Una de las partes más conmovedoras del mensaje fue el testimonio personal sobre cómo, a veces, por temor al rechazo o la incomodidad, bajamos la bandera de Cristo. Como cuando recibimos una mirada extraña al dar gracias por los alimentos, o cuando evitamos mencionar nuestra fe para "no incomodar" a otros.
Sin embargo, hay personas a nuestro alrededor que están perdidas, confundidas, sufriendo, y buscando desesperadamente una dirección. Si nosotros, que conocemos al Rey de reyes, escondemos Su bandera, ¿cómo encontrarán el camino?
Sin embargo, hay personas a nuestro alrededor que están perdidas, confundidas, sufriendo, y buscando desesperadamente una dirección. Si nosotros, que conocemos al Rey de reyes, escondemos Su bandera, ¿cómo encontrarán el camino?
El costo y el privilegio
Es importante reconocer una realidad: el portaestandarte era siempre un objetivo prioritario para el enemigo. Si derribabas al portador de la bandera, creabas confusión entre las filas enemigas. De igual manera, cuando decidimos levantar firmemente el estandarte de Cristo, enfrentaremos oposición.
Pero recordemos el ejemplo inspirador del general coreano Yi Sun-sin, quien en su última batalla, aun herido mortalmente, hizo que su hijo vistiera su uniforme y continuara tocando el tambor de guerra para inspirar a sus tropas hacia la victoria. Como portaestandartes de Cristo, participamos en una batalla espiritual ya ganada por nuestro Rey. La victoria está asegurada, aunque enfrentemos desafíos.
Pero recordemos el ejemplo inspirador del general coreano Yi Sun-sin, quien en su última batalla, aun herido mortalmente, hizo que su hijo vistiera su uniforme y continuara tocando el tambor de guerra para inspirar a sus tropas hacia la victoria. Como portaestandartes de Cristo, participamos en una batalla espiritual ya ganada por nuestro Rey. La victoria está asegurada, aunque enfrentemos desafíos.
Un lamado a la acción
Queridos hermanos y hermanas, os invito a considerar:
Las palabras de Santiago nos dan la clave: "Someteos pues a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros."
Que cada uno de nosotros pueda salir de esta reflexión con renovado compromiso para ser portaestandartes fieles, levantando alto y con orgullo la bandera de nuestro Rey Jesús en cada aspecto de nuestra vida cotidiana.
La batalla ya está ganada. La victoria es segura. ¡Levantemos nuestro estandarte!
- Examinemos nuestras prioridades: ¿Qué banderas estamos levantando realmente?
- Sometámonos completamente: Un rey que no tiene autoridad total no es realmente un rey. ¿Hay áreas de nuestra vida que aún no hemos sometido a Cristo?
- Levantemos nuestro estandarte con orgullo: No permitamos que el temor al qué dirán nos haga bajar la bandera de nuestro Rey.
- Recordemos quién es nuestro Rey: Como describe Apocalipsis 19, servimos al "Rey de reyes y Señor de señores", montado en un caballo blanco, con ojos como llama de fuego, vestido de una ropa teñida en sangre. ¡Qué privilegio ser portaestandartes de semejante Rey!
Las palabras de Santiago nos dan la clave: "Someteos pues a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros."
Que cada uno de nosotros pueda salir de esta reflexión con renovado compromiso para ser portaestandartes fieles, levantando alto y con orgullo la bandera de nuestro Rey Jesús en cada aspecto de nuestra vida cotidiana.
La batalla ya está ganada. La victoria es segura. ¡Levantemos nuestro estandarte!
Escucha el mensaje predicado por Edgar I. Castro abajo y descarga el app Iglesia Theopolis para descargar la guía de discusión de grupos pequeños en este >>> enlace<<<
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