Presencia que Transforma Corazones: Más Allá de la Apariencia

Basado en el mensaje predicado por Nicole Lopez

"Así que todos nosotros a quienes nos ha sido quitado el velo, podemos ver y reflejar la gloria del Señor. El Señor quien es el Espíritu, nos hace más y más parecidos a Él a la medida que somos transformados a su gloriosa imagen." - 2 Corintios 3:18

La diferencia entre la luz externa y transformación interna

Durante estos últimos meses, como familia de fe en Theopolis, hemos estado aprendiendo juntos sobre la vulnerabilidad, la confesión sin máscaras y el poder transformador del Espíritu Santo. Pero hoy quiero invitarte a algo aún más profundo: a experimentar la presencia de Dios que verdaderamente transforma desde adentro hacia afuera.

Cuando Pablo escribió estas palabras a los corintios, los estaba llevando de regreso a una historia fascinante del Antiguo Testamento. Moisés había bajado del monte Sinaí con las tablas de la ley, y su rostro resplandecía con tal intensidad que los israelitas no podían mirarlo directamente. Era tanta la gloria que portaba que tuvo que cubrirse con un velo.

Pero aquí está lo interesante: Pablo nos revela que ese velo no solo protegía a otros del resplandor, sino que también ocultaba algo que Moisés prefería que no vieran. Esa gloria temporal se iba desvaneciendo poco a poco. Era una luz externa, brillante pero pasajera.

Cinco herramientas para la transformación genuina

1. La transformación es primordialmente interna
A diferencia de la experiencia de Moisés, con Cristo tenemos acceso a una gloria que es interna, permanente y que se incrementa progresivamente. No necesitamos un velo porque esta gloria no se desvanece. Pablo dice que "con cara descubierta contemplamos la gloria del Señor," sugiriendo un acceso inmediato sin intermediarios ni condiciones.
Esta es una verdad revolucionaria: podemos acercarnos al trono de la gracia y vivir en gloria permanente, no por nuestros rituales o por lo buenos que creemos que somos, sino solo por los méritos de Jesucristo.

2. La transformación ocurre cuando permanecemos en Jesús
Muchos llegamos a la iglesia pensando: "Tengo tanto que cambiar que mejor no voy todavía." Pero esa mentalidad está al revés. No oramos para que Dios nos escuche mejor, ni necesitamos ser mejores para acercarnos a Él.

La verdad es esta: oro porque tengo acceso garantizado, me acerco a Dios para ser transformado, no porque soy bueno. Cuando peco, corro hacia Dios, no me alejo de Él. La transformación sucede mientras permanezco en Su presencia, no como resultado de mi disciplina personal.

3. La transformación requiere que seamos podados

Permíteme compartir algo personal contigo. Hubo un tiempo en mi vida cuando pensaba que era "la buena" en mi matrimonio. Veía los problemas de adicción de Sammy y me sentía moralmente superior. Mi corazón estaba lleno de dolor, pero también de orgullo.

Fue en esa posición de oración, literalmente de rodillas, donde Dios comenzó mi propia poda. Me mostró que mi orgullo, mi sentido de superioridad moral, mi actitud de "yo soy la buena de esta relación" también necesitaba ser podado. Durante cinco años oré la misma oración: "Señor, déjame ver las cosas como tú las ves."

La poda no es cómoda, pero es necesaria. Como dice Jesús en Juan 15: "Él corta de mí toda rama que no produce fruto, y poda las ramas que sí dan fruto, para que den aún más."

4. El fruto interno se expresa externamente

Cuando permanecemos en Jesús, el fruto del Espíritu Santo fluye naturalmente de adentro hacia afuera: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y control propio. No es algo que manufacturamos con nuestras fuerzas.

El problema surge cuando creemos que el fruto es solamente externo - la conducta perfecta, lo que pensarán nuestros hermanos, aparentar que siempre estamos en victoria. Eso nos lleva de vuelta a buscar la luz temporal que se desvanecía en el rostro de Moisés.

5. La transformación genuina se vive en comunidad

Este asunto es relacional. Quizás lo que te hace falta es empezar a participar de algún espacio de gracia que tenemos en la semana. Si solo vienes los domingos y no tienes buenas prácticas espirituales, tal vez la invitación para ti hoy es: ven y participa de los espacios de gracia que ya hay en la iglesia.

¿Sabías que hay un servicio de oración los martes? ¿Que varios grupos se reúnen los miércoles en distintos niveles de enseñanza bíblica? El discipulado se hace en comunidad porque necesitamos vernos unos a otros reflejando Su gloria.

Preguntas para el corazón

En lugar de preguntarte "¿Por qué me pasa esto?", mejor pregúntate "¿Qué quiere Dios enseñarme?"

En lugar de "¿Cuándo acabará esto?", pregúntate "¿Cómo puedo crecer en esta circunstancia?"

En lugar de "¿Dónde está Dios?", pregúntate "¿Cómo está Dios obrando en mí?"

La alternativa bíblica

Cuando acudí a la Biblia en busca de respuestas, me llamó la atención que desde Génesis hasta Apocalipsis, abundan las imágenes agrícolas. Adán y Eva fueron puestos en un jardín para labrar la tierra. Dios comenzó la liberación de Israel en una zarza ardiente. El Salmo 1 compara al justo con un árbol plantado junto a corrientes de agua. Jesús se llama a sí mismo "la vid verdadera."

Y aquí está la alternativa revolucionaria: en Génesis 1, cuando Dios crea al ser humano, los bendice diciéndoles "sean fructíferos." No "sean productivos" - sean fructíferos.

Mi invitación para ti

La presencia que transforma no es algo que alcanzamos - es algo que ya estamos viviendo. El velo se rasgó cuando Cristo murió en la cruz. Tenemos acceso garantizado y la transformación es inevitable para quien permanece con cara descubierta contemplando Su gloria.

Te invito a tres cosas específicas:
  1. Busca una micro-comunidad auténtica donde puedas crecer con cara descubierta, siendo vulnerable y transparente.
  2. Identifica a alguien a quien puedas acompañar. Si estás un poquito más maduro en la fe, es tiempo de que también enseñes a otro. No hay cosa más emocionante que ver a alguien acercándose más a Jesús.
  3. Haz un compromiso de que tu crecimiento espiritual sea una bendición para otras personas. No te quedes con esta bendición.

El discipulado no es un programa - es una forma de vida en la presencia transformadora de Cristo. Si tienes dudas o preguntas sobre cómo dar tu próximo paso, no dudes en acercarte. No te quedes donde estás, no te quedes seco. Es hora de salir, y la diferencia se va a hacer primero de forma individual para entonces poder llegar de forma colectiva.

Las temporadas del alma

Uno de los conceptos que más me ha ayudado es entender que la vida del creyente tiene diferentes temporadas, como un péndulo que pasa por cuatro fases:

  1. Descanso: Recordando de quién somos, no lo que producimos
  2. Productividad: Cuando el fruto fluye naturalmente, sin esfuerzo frenético
  3. Crecimiento: Echando raíces profundas, conociendo más a Dios
  4. Poda: Dios está quitando lo que estorba nuestro crecimiento

Cada temporada tiene su propósito. No tenemos que estar en producción constante. A veces Dios nos sienta en la silla de la poda - duele, pero es necesario para nuestro crecimiento.

Presencia que transforma

Actualmente trabajo en el Centro Comprensivo del Cáncer como parte del equipo de psicología. Diariamente me acerco a personas que enfrentan diagnósticos de etapas avanzadas, donde la muerte está tocando constantemente a la puerta. Como persona que luchaba con la productividad, mi instinto era querer sanar a toda esta gente de su ansiedad, tener resultados medibles.

Pero he aprendido algo revolucionario: lo mejor que puedo hacer por esa gente no es lo que hago, es quién soy en nombre de Cristo. En medio de su ansiedad, necesitan que yo sobrenaturalmente tenga paz. En medio de su desesperanza, necesitan ver el fruto del gozo y la esperanza genuina, no como algo hueco.

Las preguntas que nos guían

Para ayudarnos en este proceso de identificar dónde el mundo ha infiltrado nuestros corazones, quiero compartir algunas preguntas que pueden ser herramientas útiles:

  1. ¿Qué valor del mundo me está dirigiendo en este momento?
  2. ¿Cuál es la historia que me estoy creyendo?
  3. ¿Qué necesidad fundamental de mi alma está tratando de suplir?
  4. ¿Qué nos dice el evangelio sobre esto?
  5. ¿Qué prácticas de Jesús me ayudan a encarnarlo?
¿Quieres profundizar en estas verdades? Hemos creado una guía de oración y reflexión de 7 días para ayudarte a vivir estas cuatro herramientas cada día. Descarga la aplicación Iglesia Theopolis y ve a la pestaña "Conocer" para acceder a estos recursos. 

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Recuerda: la transformación genuina no ocurre solamente los domingos. Ocurre en los días entre domingo y domingo. 
 

Eliud Morales