Soberanía del Espíritu: Cuando Dejamos de Controlar y Comenzamos a Confiar

Mensaje predicado por: Miguel X. Vargas

"Si el Espíritu Santo fuera quitado de la iglesia hoy, el 95% de lo que hacemos seguiría funcionando y nadie lo notaría."

Esta frase me golpeó como un rayo cuando la leí por primera vez. Y si soy completamente honesto contigo, me hizo hacerme una pregunta que no puedo sacarme de encima: ¿Si el Espíritu Santo fuera quitado de mi vida, me daría cuenta o simplemente seguiría mi rutina diaria como si nada?

Como pastor, he aprendido a reconocer algo incómodo: hay momentos en que me doy cuenta de que he vivido como cristiano más por hábitos aprendidos que por un encuentro genuino con el Espíritu Santo. Vengo a la iglesia porque así me enseñaron mis padres. Oro porque es lo correcto. Leo la Biblia porque es parte de mi rutina.

Y no me malinterpretes—eso me ha traído bendición. Tengo una esposa maravillosa, hermosos hijos, y Dios ha provisto en cada etapa de mi vida. Pero en medio de todo eso, no siempre me he detenido a preguntarme: "Espíritu Santo, ¿qué tú quieres hacer conmigo? ¿Qué realmente me estás llamando a hacer?"

La aventura que estamos perdiendo

Hoy día, como iglesia, corremos el riesgo de hacer muchas cosas simplemente porque hemos aprendido que "así es que se hace iglesia." Adoptamos métodos que parecen efectivos, copiamos lo que ha funcionado en otros lugares, y pensamos: "Si hacemos eso aquí, debería darnos fruto."

Pero al hacer eso, nos estamos perdiendo la hermosa aventura que es depender del Espíritu Santo.

Creo que al igual que yo, tú también puedes estar viviendo una vida cristiana principalmente por conductas aprendidas. Y eso está bien, pero quiero decirte que hay algo más hermoso y más profundo: una vida que depende completamente del Espíritu Santo, una vida que descansa en su soberanía.

¿Qué significa realmente caminar en el Espíritu?

ncluso inaccesible. Tendemos a pensar que caminar en el Espíritu es solo para un grupo selecto de la iglesia que tienen "súper poderes espirituales."

Otros lo evitan por miedo a lo desconocido o por perder el control, especialmente si han venido de comunidades donde esto se ha manipulado y han recibido daño.

Pero la verdad es mucho más sencilla y, a la vez, más profunda:
Caminar en el Espíritu es vivir rendidos al Espíritu Santo.

No a una idea, no a una fuerza que puedes prender o apagar, sino a la presencia viva y activa del Espíritu Santo. Él no es un poder impersonal ni un concepto religioso. Es Dios mismo habitando en nosotros, guiándonos, transformándonos y empoderándonos para vivir la vida que Jesús nos ha llamado a vivir.

El Espíritu Santo es soberano

Aquí es donde las cosas se ponen interesantes—y quizás incómodas.

Soberanía significa que Dios tiene el poder, toda la autoridad y ningún límite sobre nuestras vidas. Él no depende de nadie, ni responde ante nadie. Él decide, él guía, él actúa como quiere y siempre lo hace con amor y propósito.

El Espíritu Santo actúa con esa misma soberanía en nuestras vidas. Él guía, transforma y habla cuando quiere, como quiere y con quien quiere. No lo controlamos, nos rendimos.

Y eso es una buena noticia, porque si el Espíritu Santo es soberano:
  • Podemos descansar porque nada se le escapa
  • Podemos confiar porque él cumple todo lo que promete
  • Podemos soltar nuestros miedos porque él sigue en control
  • Podemos rendirnos y levantar nuestras manos en adoración porque no necesitamos estar en control

La verdad incómoda sobre nuestro control

Si nos detenemos un momento con un corazón sincero, vamos a darnos cuenta de algo: si no fuera por la gracia inmerecida de Dios, no sabríamos dónde estaríamos hoy.

Muchos de nosotros venimos con historias marcadas por dolor, adicciones, fracasos, errores y vacíos que aún al día de hoy nos persiguen. Incluso ahora mismo, algunos pueden estar luchando con pensamientos que los mantienen cautivos, heridas que todavía no han sanado, cadenas que todavía no se han roto.

Y no es que Dios no pueda liberarnos de todo eso. El problema es que muchas veces queremos tener el control completo de nuestras vidas.

"No Dios, brega tú con él, después bregas conmigo. Dios, cuando tú hagas esto, entonces yo voy a comenzar a caminar por este lado."

¿Quiénes nos creemos? Él es soberano y no tiene límite.

La diferencia entre esfuerzo y mérito

Escuché una frase de Dallas Willard que me impactó profundamente: "La gracia no se opone al esfuerzo, se opone al mérito."

No está mal esforzarnos por crecer, no está mal dar la milla extra. Lo que está mal es pensar que ese esfuerzo nos hace merecedores del amor de Dios. No actuamos para ser amados; actuamos porque ya somos amados.

El que ha sido tocado por la gracia se vuelve más activo, no menos. Se entrega más, porque sabe que todo lo que hace nace desde la gracia y el amor inmerecido que ha recibido de Dios.

Cuando entristecemos al Espíritu Santo

En medio de todas estas exhortaciones prácticas, Pablo hace una advertencia directa: "No entristezcan al Espíritu Santo de Dios."

Estas palabras no son ligeras. Si el Espíritu Santo se puede entristecer, no es porque sea débil, sino porque te ama. No se entristece porque se ofende fácilmente, sino porque anhela una comunión real contigo y conmigo.

Entristecer al Espíritu Santo no es fallar a una regla, es romper una relación.

Un aprendiz de Jesús entristece al Espíritu Santo cuando:
  • Continúa hablando con palabras que hieren, cuando el Espíritu le pedía hablar con gracia
  • Permite que la ira gobierne su corazón cuando el Espíritu le estaba ofreciendo paz
  • Elige guardar rencor cuando el Espíritu lo invitaba a perdonar
  • Se acostumbra al pecado cuando el Espíritu lo estaba invitando al arrepentimiento
  • Finge espiritualidad cuando el Espíritu deseaba verdad y humildad
  • Busca el control cuando el Espíritu lo estaba invitando a confiar

Una persona, no una herramienta

Ya que hemos hablado de ser formados completamente por el Espíritu Santo, necesitamos afirmar algo fundamental: El Espíritu Santo no es una herramienta que usamos, es una persona que seguimos.

No es una fuerza que activamos, es una persona divina que guía, que nos habla, que se entristece, que reparte dones y transforma corazones, todo según su voluntad.

Jesús mismo nos lo dejó claro cuando le explicaba a Nicodemo cómo es nacer de nuevo: "El viento sopla por donde quiere, lo oyes pero no sabes de dónde viene y a dónde va."

El Espíritu Santo es soberano, libre, impredecible. Él hace como él quiere. No se ajusta a nuestras expectativas, no sigue fórmulas y no siempre actúa como nosotros quisiéramos.

La pregunta que me confronta

Recuerdo una historia de mi juventud. Mis papás estaban a punto de comprarse un carro. El negocio ya estaba listo, y yo les decía: "Papi, dale, vamos para allá, es cuestión de ir y firmar."

Pero él me respondió: "Es que todavía estoy orando y no siento paz en mi corazón para comprar este carro."

¿En serio?, pensé en mi juventud. Curiosamente, una semana después cerró un contrato con mejor opción de pago, a un precio mucho más módico y exactamente como él lo quería.

Esa experiencia me enseñó algo poderoso: que todo lo que decidamos sea guiado por el Espíritu Santo. Todo lo que hagamos—la compra de nuestra casa, nuestro vehículo, cada palabra que digamos—que nuestra vida refleje una vida rendida a su soberanía.

Vivir tan rendido que...

Caminar en el Espíritu es vivir tan rendido que si él no se mueve, yo tampoco me muevo.

No es solo sentirlo en un momento de adoración hermoso. Caminar en el Espíritu es dejar que él me dirija en mis días, en mis decisiones, en mi agenda, en todo lo que soy y todo lo que hago.

Como padre, como esposo, como amigo, como compañero de trabajo—si analizo mi vida, todo eso debe reflejar mi dependencia del Espíritu Santo.

No retrocedemos

Como aprendices de Jesús, no retrocedemos. Aunque caemos, no nos damos por vencidos. Confiamos en que el Espíritu Santo está obrando en nosotros, formándonos con paciencia, moldeando nuestro carácter y guiándonos hacia la vida que Dios soñó para nosotros.

Descansamos en su soberanía porque sabemos que no todo depende de nuestro esfuerzo, sino de que él es fiel y va a cumplir su palabra.

Una vida que camina en la soberanía del Espíritu Santo:
  • Ora con confianza aunque no sienta nada, porque sabe que el Espíritu intercede junto con él
  • Perdona con libertad porque sabe que la justicia le pertenece a Dios
  • Sirve con gozo, sin necesidad de reconocimiento, porque sabe que su recompensa está en el cielo
  • Obedece con paz incluso cuando el camino no tiene sentido, porque confía en la guía del Espíritu

Una invitación personal

Creo que quizá hoy te diste cuenta de que has estado caminando en tu propia fuerza, tratando de controlar lo que solo el Espíritu Santo puede transformar.

Si es así, hoy es un hermoso momento para rendirte nuevamente—no a la derrota, sino a la gracia transformadora. No al miedo, sino al amor. No a la religiosidad, sino a la comunión verdadera con el Espíritu Santo.

La pregunta que me confronta y que te hago a ti es esta: ¿Vivo reconociendo la soberanía del Espíritu Santo o soy yo quien sigue teniendo el control?

Mientras escribía este mensaje, me estaba confrontando a mí mismo. Te estoy hablando no desde alguien que ya está caminando rendido completamente, sino desde un corazón que está aprendiendo a hacer eso.

Qué bueno que esta serie se llama "Caminando en el Espíritu." Aquí estamos todos, aprendiendo juntos a vivir rendidos a aquel que nos ama con amor eterno.
Escucha el mensaje predicado por Miguel X. Vargas y descarga el app Iglesia Theopolis para obtener la guía de discusión de grupos pequeños en este >>> enlace<<<

Eliud Morales