Gracia en Nuestras Relaciones: Viviendo un Adelanto del Cielo

Mensaje por: Gabriela Martínez

"Vístanse con la nueva naturaleza y se renovarán a medida que aprendan a conocer a su Creador y se parezcan más a él." – Colosenses 3:10

Lo celestial aterrizado en lo cotidiano

En nuestra reciente exploración de lo que significa reorientar nuestras vidas alrededor de estar con Jesús, ser como Jesús y hacer lo que Él hizo, nos encontramos con una invitación sorprendente en la carta a los Colosenses. Esta carta, con su profunda y elevada visión de Cristo como "la imagen visible del Dios invisible" y "primogénito de toda la creación", no se queda flotando en las esferas celestiales, sino que aterriza directamente en la arena donde pasamos la mayor parte de nuestros días: nuestras relaciones interpersonales.

Lo que Gabriela Martínez nos recordó en su mensaje es algo profundamente contracultural: el escenario principal donde aprendemos a ser como Jesús no son necesariamente los momentos de gran devoción o ministerio extraordinario, sino las interacciones cotidianas con quienes Dios ha puesto a nuestro alrededor.

Viviendo en el "ya, pero todavía no"

Como creyentes, vivimos en una tensión constante. Por un lado, "ya" hemos muerto a nuestra vieja vida y nuestra verdadera vida está escondida con Cristo en Dios. Ya somos una nueva creación, habitados por el mismo Espíritu que levantó a Jesús de entre los muertos.

Pero por otro lado, "todavía no" experimentamos la plenitud de lo que esto significa. Todavía luchamos, somos lastimados, vemos las arrugas en la iglesia (¡y tenemos nuestras propias arrugas!). Esperamos con anhelo el momento en que Cristo regrese y todo sea finalmente hecho nuevo.

¿Cómo navegamos esta tensión? La respuesta de Pablo es sorprendente por su practicidad: vivimos hoy un adelanto del reino venidero, no principalmente a través de prácticas místicas o activismo incansable, sino viviendo la verdad del Evangelio en lo ordinario y rutinario de nuestras relaciones interpersonales.

Desechando lo viejo, vistiéndonos de lo nuevo

Pablo enumera primero lo que debemos desechar: ira, enojo, malicia, insultos, lenguaje ofensivo, mentiras. Lo interesante es que estos son precisamente los comportamientos que nuestra sociedad ha normalizado, incluso entre nuestros líderes. Estos hábitos relacionales no son simples fallos de etiqueta; son patrones destructivos que atentan directamente contra el testimonio y la obra reconciliadora de Cristo.

En contraste, nos invita a vestirnos de una nueva manera de relacionarnos: "tierna compasión, bondad, humildad, gentileza y paciencia", culminando con el llamado a perdonarnos unos a otros y, sobre todo, vestirnos del amor "lo cual nos une a todos en perfecta armonía".

El yugo pesado y la Gracia suficiente

Si somos honestos, esta lista de virtudes nos puede parecer un yugo imposible de llevar. Gabriela confesó cómo esta semana esa lista se sentía como "un yugo bien pesado, como una carga que yo no podía llevar a cabo."

¿No nos hemos sentido así todos? Especialmente cuando sentimos que nos esforzamos por hacer lo correcto y aun así somos tratados injustamente. Es en estos momentos cuando descubrimos que la gracia de Dios no es solo para el momento de nuestra conversión, sino para cada día de nuestro caminar con Cristo.

Como Gabriela expresó:
"Sublime gracia del Señor que un pecador salvó, sí, pero sublime gracia del Señor que a esta creyente sigue salvando una y otra vez."

Es precisamente esta gracia la que nos capacita para vivir como una comunidad que anticipa el Reino venidero, una comunidad escatológica (sí, es domingo, nos permitimos términos técnicos) que vive según un ritmo diferente, marchando al son del Reino de Dios.

Vestidos con el abrigo de Cristo

¿Cómo cambia nuestra perspectiva sobre estas virtudes cuando contemplamos a nuestro Señor?
  • El que nos pide que nos vistamos de compasión mostró tal compasión que se encarnó, haciéndose uno con nuestra condición humana.
  • El que nos pide bondad encarnó esa bondad al interactuar con los marginados, tratándolos con dignidad y respeto.
  • El que nos pide humildad "no consideró el ser igual a Dios como algo a lo cual aferrarse" sino que tomó la condición de siervo.
  • El que nos pide mansedumbre enmudeció ante las acusaciones falsas e incluso la traición de su amigo.
  • El que nos pide paciencia aguarda su regreso, "no queriendo que nadie se pierda, sino que todos procedan al arrepentimiento."
  • El que nos pide que perdonemos perdonó a un costo incalculable: el quebrantamiento de su cuerpo y el derramamiento de su sangre.

Como nos recordaba la historia de Yakoi y Zimmerman, no se trata de una fe teórica, sino de vestirnos con el abrigo de Cristo de manera que los demás puedan ver en nosotros un reflejo de su carácter.

El verdadero testimonio: un adelanto del cielo

La invitación del mundo es clara: busca tu victoria, desahoga tu ira, afierra tu orgullo con uñas y dientes. La invitación del Reino es radicalmente diferente: vive hoy, en tus relaciones más cercanas, como los escogidos de Dios, santos y amados, anticipando la paz y armonía que serán plenas cuando regrese nuestro Rey.

El mundo mira nuestras iglesias, nuestras familias, nuestros lugares de trabajo, y se pregunta si realmente hay una diferencia. A través de nuestras relaciones transformadas por la gracia de Dios, podemos ofrecerles algo más que palabras: un adelanto tangible del Reino venidero.

Reflexión personal

¿Cómo estás vestido en tus relaciones? ¿Sale a relucir la vieja humanidad de la ira, el enojo y la malicia, o estás vistiendo la nueva humanidad de la compasión, bondad y paciencia?

¿Cuáles son esas relaciones cercanas donde Dios te está invitando a vivir hoy un adelanto del cielo?

Que por su gracia y el poder de su Espíritu podamos vestirnos juntos del amor que nos une en perfecta armonía, transformando nuestras relaciones ordinarias en testimonios extraordinarios del Reino venidero.
Este mensaje fue compartido originalmente por Gabriela Martínez en Iglesia Theopolis. 
Posted in