Todos tenemos una voz
Por: Sheila Justiniano
¿Cómo se sentirían ustedes si a sus 24 años se enteraran que tienen una hermana mayor que nunca han visto? Pues esta es mi historia. A mis 24 años conocí a mi hermana y mis dos sobrinas. Llevaba años orando a Dios por algo que ante mis ojos parecía oscuro e improbable. Recuerdo cuando no sabía nada de mi hermana, ni su nombre, ni cómo era, ni dónde vivía, mucho menos si tenía hijos. Después de mucho tiempo de oración el Señor permitió que nos encontráramos y que mi padre se hiciera una prueba de ADN, la cual salió positiva. Fue hermoso saber que Dios había contestado una petición de años, aunque fue desconcertante saber que mi vida ya no sería la misma. De ser solamente mi hermano y yo, ahora teníamos una hermana mayor y dos hermosas sobrinas. El momento más hermoso fue cuando nos vimos por primera vez y las niñas salieron a recibirme, corriendo y gritándome “titi” con alegría. Ahí estaba mi petición contestada. Ahí estaban ellas alegres de que mi oración fuera oída por Dios. Y qué decir de mi hermana. Si luego de llevar al menos un año contactándonos por teléfono, ya podíamos vernos cara a cara. Como se pueden imaginar, todo ese día fue muy emocionante y especial, sin embargo, fue una conversación con mi sobrina pequeña que realmente me hizo reflexionar. Mientras estábamos juntas en la cama hablando, ella me dice: “Titi, ¿por qué tú eres tan linda? Y yo ahí derretida, no le contesté nada (obviamente ella sabía que nos parecíamos físicamente y estaba muy orgullosa de eso). Al ver que no le contesto, ella me pregunta: “titi, ¿por qué tú tienes una voz tan linda?” y yo le digo “no sé”, y ella me dice “eso es porque Dios te lo dio”. Yo estaba muy sorprendida porque realmente no esperaba esa respuesta de ella. Una niña de 4 años que nunca había visto, que no asistía a ninguna iglesia, me acababa de decir que Dios me dio una voz. En ese momento comencé a pensar en esa “voz”. Definitivamente ella podía referirse al tono de mi voz, sin embargo, yo pensaba ¿cuál es esa voz que Dios me dio? Y entendí que Él me dio una voz que otros puedan escuchar. Una voz de testimonio que cuente las verdades de sanidad y restauración que Él da. Que dé testimonio para que otros puedan saber que puede restaurar, sanar y contestar oraciones. Así como sucedió con la mujer samaritana que después de tener un encuentro con Jesús, fue corriendo a contarles a otros lo que Él hizo con ella y otros creyeron, así quiere Dios utilizar nuestro testimonio. ¿Sabías que Él quiere hacer lo mismo contigo? ¿Sabías que te ha dado una voz para que otros escuchen sobre su poder?
Después de haber tenido esta experiencia, he meditado mucho en el rol de nosotros como cristianos en una sociedad que necesita conocer a Dios. Y es que en el momento en que tenemos un encuentro con el Señor, Él nos llenó de su propósito y por consiguiente nos dio una voz. No obstante, muchos cristianos se sienten incompetentes o descalificados al pensar que su pasado y sus experiencias pueden ser usadas por el Señor de la misma manera que lo hizo con algunos personajes de la Biblia. La realidad es que este es un pensamiento limitante que no te ayuda a avanzar. La Palabra está repleta de ejemplos de personas que pudieron sentirse de esta manera y que aun así Él los usó. De hecho, sus limitaciones fueron parte importante del proceso que desarrolló esa voz y que luego fue usada para darle gloria a Dios. Por decir algunos, Ester era huérfana, Moisés no creció con su familia y era tartamudo, José fue vendido como esclavo, David fue menospreciado por su familia, Ruth era viuda, incluso Jesús fue menospreciado por sus propios hermanos.
"Desde el momento en que mi sobrina me dijo que Dios me había dado una voz, he reflexionado en mi historia, en los momentos de dolor, logros y fracasos en las que Dios se ha glorificado."
De esta manera, podemos ver cómo el que sufre, el que está siendo procesado, el que se encuentra en un desierto, el que se ha sentido atrás en comparación con otros, puede tener certeza de que Dios es capaz de tomar las piezas rotas y usarlas para su gloria. La Palabra afirma que a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados (Romanos 8:28). Increíblemente, una forma en que una experiencia puede ser usada para el bien, es usarla para ayudar a otros, dando evidencia de lo que el Señor hizo. Tu testimonio es la historia de tu rescate, lo cual puede llevar esperanza a otro a tener una experiencia de libertad e intervención divina. Por esto, jamás una experiencia es una limitación, sino que es la vía por la que puedes llegarle a otros. Dios anhela utilizar tu identidad y tu historia (puedes leer el blog sobre este tema) como parte de ese propósito. Tu voz es tu historia hablada. Por tanto, cuando no usas esa voz te pierdes la bendición de que el Señor te use para sus planes y propósitos, y de que puedas experimentar la vida abundante que Él preparó para nosotros. Piensa en esta expresión de José hacia sus hermanos:
“Ustedes se propusieron hacerme mal, pero Dios dispuso todo para el bien. Él me puso en este cargo para que yo pudiera salvar la vida de muchas personas” (Génesis 50:20).
Así como José pasó por dificultades y esto lo llevó a salvar a muchos, tu testimonio tiene el poder de salvar a otros si decides abrir tus labios y testificar de lo que Dios ha hecho en ti. Al igual que José, mi hermana estuvo separada de mí y mi familia durante años, sin embargo, ahora podemos ver que Dios en su perfecto plan fue capaz de traer sanidad y restauración en nosotros y así Él glorificarse cuando somos capaces de contar esta historia.
Por lo tanto, medita en esas experiencias vividas. Desde el momento en que mi sobrina me dijo que Dios me había dado una voz, he reflexionado en mi historia, en los momentos de dolor, logros y fracasos en las que Dios se ha glorificado. He reflexionado en esa “voz” que Él me dio y yo creo que tú también deberías hacer lo mismo. Recuerda que como José, tu historia puede salvar a muchos. El testimonio de cómo conocí a mi hermana y mis sobrinas es parte de mi voz. ¿Qué es aquello que solamente tú puedes contar y crearía belleza al decirlo? ¿Cuál es aquella “voz” que sería hermosa escuchar y traería esperanza de salvación y rescate a otra persona?
¿Cómo se sentirían ustedes si a sus 24 años se enteraran que tienen una hermana mayor que nunca han visto? Pues esta es mi historia. A mis 24 años conocí a mi hermana y mis dos sobrinas. Llevaba años orando a Dios por algo que ante mis ojos parecía oscuro e improbable. Recuerdo cuando no sabía nada de mi hermana, ni su nombre, ni cómo era, ni dónde vivía, mucho menos si tenía hijos. Después de mucho tiempo de oración el Señor permitió que nos encontráramos y que mi padre se hiciera una prueba de ADN, la cual salió positiva. Fue hermoso saber que Dios había contestado una petición de años, aunque fue desconcertante saber que mi vida ya no sería la misma. De ser solamente mi hermano y yo, ahora teníamos una hermana mayor y dos hermosas sobrinas. El momento más hermoso fue cuando nos vimos por primera vez y las niñas salieron a recibirme, corriendo y gritándome “titi” con alegría. Ahí estaba mi petición contestada. Ahí estaban ellas alegres de que mi oración fuera oída por Dios. Y qué decir de mi hermana. Si luego de llevar al menos un año contactándonos por teléfono, ya podíamos vernos cara a cara. Como se pueden imaginar, todo ese día fue muy emocionante y especial, sin embargo, fue una conversación con mi sobrina pequeña que realmente me hizo reflexionar. Mientras estábamos juntas en la cama hablando, ella me dice: “Titi, ¿por qué tú eres tan linda? Y yo ahí derretida, no le contesté nada (obviamente ella sabía que nos parecíamos físicamente y estaba muy orgullosa de eso). Al ver que no le contesto, ella me pregunta: “titi, ¿por qué tú tienes una voz tan linda?” y yo le digo “no sé”, y ella me dice “eso es porque Dios te lo dio”. Yo estaba muy sorprendida porque realmente no esperaba esa respuesta de ella. Una niña de 4 años que nunca había visto, que no asistía a ninguna iglesia, me acababa de decir que Dios me dio una voz. En ese momento comencé a pensar en esa “voz”. Definitivamente ella podía referirse al tono de mi voz, sin embargo, yo pensaba ¿cuál es esa voz que Dios me dio? Y entendí que Él me dio una voz que otros puedan escuchar. Una voz de testimonio que cuente las verdades de sanidad y restauración que Él da. Que dé testimonio para que otros puedan saber que puede restaurar, sanar y contestar oraciones. Así como sucedió con la mujer samaritana que después de tener un encuentro con Jesús, fue corriendo a contarles a otros lo que Él hizo con ella y otros creyeron, así quiere Dios utilizar nuestro testimonio. ¿Sabías que Él quiere hacer lo mismo contigo? ¿Sabías que te ha dado una voz para que otros escuchen sobre su poder?
Después de haber tenido esta experiencia, he meditado mucho en el rol de nosotros como cristianos en una sociedad que necesita conocer a Dios. Y es que en el momento en que tenemos un encuentro con el Señor, Él nos llenó de su propósito y por consiguiente nos dio una voz. No obstante, muchos cristianos se sienten incompetentes o descalificados al pensar que su pasado y sus experiencias pueden ser usadas por el Señor de la misma manera que lo hizo con algunos personajes de la Biblia. La realidad es que este es un pensamiento limitante que no te ayuda a avanzar. La Palabra está repleta de ejemplos de personas que pudieron sentirse de esta manera y que aun así Él los usó. De hecho, sus limitaciones fueron parte importante del proceso que desarrolló esa voz y que luego fue usada para darle gloria a Dios. Por decir algunos, Ester era huérfana, Moisés no creció con su familia y era tartamudo, José fue vendido como esclavo, David fue menospreciado por su familia, Ruth era viuda, incluso Jesús fue menospreciado por sus propios hermanos.
"Desde el momento en que mi sobrina me dijo que Dios me había dado una voz, he reflexionado en mi historia, en los momentos de dolor, logros y fracasos en las que Dios se ha glorificado."
De esta manera, podemos ver cómo el que sufre, el que está siendo procesado, el que se encuentra en un desierto, el que se ha sentido atrás en comparación con otros, puede tener certeza de que Dios es capaz de tomar las piezas rotas y usarlas para su gloria. La Palabra afirma que a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados (Romanos 8:28). Increíblemente, una forma en que una experiencia puede ser usada para el bien, es usarla para ayudar a otros, dando evidencia de lo que el Señor hizo. Tu testimonio es la historia de tu rescate, lo cual puede llevar esperanza a otro a tener una experiencia de libertad e intervención divina. Por esto, jamás una experiencia es una limitación, sino que es la vía por la que puedes llegarle a otros. Dios anhela utilizar tu identidad y tu historia (puedes leer el blog sobre este tema) como parte de ese propósito. Tu voz es tu historia hablada. Por tanto, cuando no usas esa voz te pierdes la bendición de que el Señor te use para sus planes y propósitos, y de que puedas experimentar la vida abundante que Él preparó para nosotros. Piensa en esta expresión de José hacia sus hermanos:
“Ustedes se propusieron hacerme mal, pero Dios dispuso todo para el bien. Él me puso en este cargo para que yo pudiera salvar la vida de muchas personas” (Génesis 50:20).
Así como José pasó por dificultades y esto lo llevó a salvar a muchos, tu testimonio tiene el poder de salvar a otros si decides abrir tus labios y testificar de lo que Dios ha hecho en ti. Al igual que José, mi hermana estuvo separada de mí y mi familia durante años, sin embargo, ahora podemos ver que Dios en su perfecto plan fue capaz de traer sanidad y restauración en nosotros y así Él glorificarse cuando somos capaces de contar esta historia.
Por lo tanto, medita en esas experiencias vividas. Desde el momento en que mi sobrina me dijo que Dios me había dado una voz, he reflexionado en mi historia, en los momentos de dolor, logros y fracasos en las que Dios se ha glorificado. He reflexionado en esa “voz” que Él me dio y yo creo que tú también deberías hacer lo mismo. Recuerda que como José, tu historia puede salvar a muchos. El testimonio de cómo conocí a mi hermana y mis sobrinas es parte de mi voz. ¿Qué es aquello que solamente tú puedes contar y crearía belleza al decirlo? ¿Cuál es aquella “voz” que sería hermosa escuchar y traería esperanza de salvación y rescate a otra persona?
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