¿Eres Suficiente? Sanando la Vergüenza, Abrazando la Gracia

Por Pastor Miguel Xavier | Iglesia Theopolis

"Miguel, ¿eres suficiente?"

Esta pregunta me persigue constantemente. No sé si te pasa igual, pero a veces estoy a punto de lograr algo importante y de repente vienen miles de pensamientos que me hacen dudar de mí mismo.

¿Soy suficiente en mi matrimonio? ¿Como padre? ¿Como pastor?

Te confieso que esta pregunta no me detiene, pero sí crea en mí una pausa que me hace analizar: ¿soy realmente digno de hacer lo que estoy a punto de hacer?

Las películas mentales que nos atormentan

Tengo varias "películas" que se reproducen en mi mente, especialmente cuando me toca predicar:
  • Estoy aquí enseñando y digo algo que ofende a alguien. Todo el mundo se va en mi contra y salen por esas puertas.
  • Me toca predicar y me quedo completamente en blanco. Llego el domingo sin nada preparado y defraudo a todos.

Lo mismo me pasa con mi familia. Me encuentro con situaciones donde se requiere que resuelva algo, y no tengo idea de cómo hacerlo. No tengo la fuerza, ni las herramientas, ni el conocimiento. Y eso me hace sentir: "Miguel, no eres suficiente."

Una lucha universal

Aunque esto es personal, creo que muchos de ustedes se pueden identificar:
  • No cumplir con las metas propuestas desde enero
  • Fallar en ese examen final
  • Seguir fallando en relaciones de amistad o amorosas
  • Luchar con lo mismo una y otra vez
  • Permanecer en inestabilidad financiera
  • Tropezar con la misma piedra

Incluso los que aparentan estar bien miran hacia el otro lado y dicen: "Yo estoy bien... pero él está mejor."

Es una constante lucha de comparación que nos lleva a batallar con una vergüenza interna que muchas veces no entendemos y pocas veces logramos identificar.

La diferencia entre la culpa y la vergüenza

Brené Brown define la vergüenza como "la intensamente dolorosa sensación de creer que somos defectuosos y, por lo tanto, no dignos de amor y pertenencia."

Es crucial entender la diferencia:
  • La culpa dice: "Hice algo malo" (se enfoca en el comportamiento)
  • La vergüenza dice: "Soy malo" (ataca nuestra identidad)

La culpa puede llevarnos al arrepentimiento y la corrección. La vergüenza, en cambio, nos lleva a escondernos y desconectarnos.

Ken Shigematsu, un pastor japonés, lo resume así: "La vergüenza es el miedo de no ser suficiente."

Las dos caras de la vergüenza

Lo interesante es que la vergüenza puede manifestarse de dos maneras opuestas:
  1. Nos encoge y retraemos - Nos hace sentir pequeños e insuficientes
  2. Nos impulsa al éxito excesivo - Tratamos de ir más allá para demostrar nuestro valor

Barack Obama, en sus memorias, se cuestionaba sus motivaciones para postularse a la presidencia: ¿Estaba tratando de demostrar que era digno de un padre que lo había abandonado? Su esposa notaba que trabajaba hasta el cansancio total, intentando llenar un vacío interior.

Como escribió Thomas Merton: nos sentimos invisibles y por eso nos envolvemos en "vendas":
  • Vendas de logros
  • Vendas de posesiones materiales
  • Vendas de placeres
  • Vendas de reputación

Pero cuando vivimos así, estamos operando desde nuestro falso yo.

El origen de la vergüenza

Desde el principio, Adán y Eva vivían sin vergüenza en el Jardín del Edén. Estaban desnudos y sin vergüenza, en plena transparencia con Dios y entre ellos.

Pero alguien que no se sentía suficiente —el diablo— se acercó susurrando: "Si tan solo se alejan de Dios... si tan solo comen del árbol prohibido... serán mucho más. Serán plenos y libres."

¿Resultado? Se volvieron "mucho más"? No. Inmediatamente sintieron que algo se había perdido y experimentaron una emoción nueva: vergüenza.

Se cubrieron con hojas de higuera y se escondieron entre los arbustos.

Presta atención: Cuando nos alejamos de la fuente de todo amor, belleza y gozo, no nos volvemos más... sino menos. Cuando volvemos a esa fuente, somos liberados de la vergüenza.

Herramienta #1: Deja de esconderte

Cuando Adán y Eva pecaron, Dios hizo una pregunta profundamente significativa:
"¿Dónde estás?" (Génesis 3:9)

Esta pregunta no nace de ignorancia, sino de ternura. No es una acusación, es una invitación:
  • A salir del escondite
  • A dejar de huir
  • A reconocer dónde estás emocional y espiritualmente
  • A volver a la comunión con Él
  • A ser visto tal como eres, sin máscaras
  • A dejarte encontrar

Es una invitación a la gracia, no al juicio. A la restauración, no al castigo. Pero muchas veces seguimos escondiéndonos porque:
  • La vergüenza nos abruma
  • Creemos que no somos dignos
  • El enemigo ha sembrado la mentira de que Dios ya no quiere nada con nosotros

Las máscaras que usamos

Basándome en el trabajo de Peter Scazzero sobre las tentaciones del falso yo, aquí están las máscaras comunes que usamos para ocultar la vergüenza:

1. La máscara del rendimiento
"Si logro más, valgo más" Fundamentamos nuestra identidad en lo que hacemos, no en lo que somos en Cristo.

2. La máscara del éxito
"Si aparento tenerlo todo bajo control, nadie sabrá que me siento roto"

3. La máscara del cristiano perfecto
"No puedo mostrar mis luchas. Tengo que ser fuerte y espiritual siempre"

4. La máscara de la alegría forzada
"Si me ven siempre feliz, nadie preguntará cómo estoy de verdad"

5. La máscara de la autosuficiencia
"No necesito a nadie. Estoy bien solo"

6. La máscara del complaciente
"Si hago feliz a todos, me aceptarán"

7. La máscara de la religiosidad
"Mientras cumpla con lo externo, nadie verá lo que pasa adentro"

8. La máscara del fuerte
"No puedo llorar, no puedo quebrarme. Tengo que ser fuerte"

Herramienta #2: Rinde tu falso yo a los pies de Jesús

Para rendir nuestro falso yo, necesitamos más que intención personal: necesitamos comunidad. No fuimos diseñados para sanar en aislamiento.

La vergüenza crece en lo oculto, pero comienza a perder poder cuando somos vistos, escuchados y amados tal como somos.

"La vergüenza se alimenta del secreto, pero la gracia florece en la luz."

Santiago 5:16 nos enseña: "Confiesen sus pecados unos a otros y oren los unos por los otros para que sean sanados."

Cuando confesamos, no solo nombramos nuestro pecado, también renunciamos a la máscara y abrimos espacio para que la gracia nos encuentre.

Herramienta #3: Viste la identidad de hijo

Cuando Jesús fue bautizado, se escuchó una voz desde el cielo:
"Este es mi Hijo muy amado, quien me da gran gozo." (Mateo 3:17)

Lo impactante es que Jesús no había hecho ningún milagro hasta ese punto. No había predicado ningún sermón ni sanado a un enfermo. Y sin embargo, el Padre ya lo llamaba "Mi Hijo muy amado."

Esta verdad me confronta: cuando vengo a Cristo, me convierto en un hijo amado de Dios. No hay nada que pueda hacer o dejar de hacer para cambiar eso.
  • No me gano ese amor
  • No lo pierdo cuando fallo
  • Es un regalo
  • Es identidad
  • Es gracia

La Escritura declara quién eres realmente:
  • Eres hijo/hija de Dios (Juan 1:12)
  • Eres una nueva creación (2 Corintios 5:17)
  • Eres aceptado y escogido (Efesios 1:4)
  • Eres templo del Espíritu Santo (1 Corintios 3:16)
  • Eres perdonado y libre (Juan 8:36, Romanos 8:1)
  • Eres obra maestra de Dios (Efesios 2:10)
  • Eres luz del mundo (Mateo 5:14)

Un mensaje de esperanza

Tu identidad no comienza en lo que haces, sino en lo que Dios declara sobre ti.
Antes de levantar una mano, antes de servir en un ministerio, antes de lograr una meta... ya eres hijo, ya eres amada, ya eres una nueva creación.

La voz que habló desde el cielo sobre Jesús también habla sobre ti en Cristo:
"Eres mi hijo. Eres mi hija. Eres amado. Eres amada. Y me complazco en ti."

Hoy te invito a:
  • No dejar que la vergüenza te defina
  • No vivir desde la inseguridad de un falso yo
  • Vivir desde tu identidad verdadera en Cristo
  • Vestirte del nuevo ser

Recuerda: eres amado, eres libre, y eres luz en Cristo Jesús.
La vergüenza puede haber sido tu compañera durante años, susurrando mentiras sobre tu valor. Pero esa voz no viene de Dios. Él te llama hijo, hija, amado, amada, nueva creación en Cristo.

Que de sus gloriosos e inagotables recursos los fortalezca con poder en el ser interior por medio de su Espíritu. Que puedan comprender cuán ancho, cuán largo, cuán alto y cuán profundo es su amor.

¿Necesitas comenzar tu relación con Jesús? ¿Has estado viviendo detrás de máscaras? ¿Te sientes paralizado por la vergüenza? Hoy es el día para salir del escondite y caminar hacia la gracia que te espera.
¿Quieres profundizar en estas verdades? Hemos creado una guía de oración y reflexión de 7 días para ayudarte a vivir estas cuatro herramientas cada día. Descarga la aplicación Iglesia Theopolis y ve a la pestaña "Conocer" para acceder a estos recursos. >>> enlace<<<

Recuerda: la transformación genuina no ocurre solamente los domingos. Ocurre en los días entre domingo y domingo.
 

Eliud Morales